miércoles, junio 13, 2007
No fue un genocidio que haya ocupado demasiadas páginas en la prensa internacional. Tampoco ha merecido, como Hiroshima y Vietnam, la producción de Hollywood. No obstante, el 6 de noviembre de 1975, El Aaiún -la capital de una antigua colonia ibérica ubicada en el Sahara occidental- fue rociada con napalm y bombas de fósforo blanco, en una operación militar conjunta de Marruecos y Mauritania, con el consentimiento silencioso de España, su histórica "protectora". La operación, que se recuerda desde el lado marroquí con el nombre de la "Marcha verde", devastó casi por completo al pueblo saharaui. Desde entonces, replegados en la hammada , la parte más inhóspita del desierto argelino, los saharauis (que se diferencian de otras tribus nómadas por su organización social y cultural, en la que predominan las mujeres) sobreviven en campamentos de refugiados, a la espera de un referéndum internacional que les otorgue el derecho a la autodeterminación.
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L U A L I L E H S A N
EL TIEMPO VA
El tiempo va, siempre va
dejando callos en las manos
de la historia.
Los años se precipitan
como perlas de un rosario
sobre la ya longeva memoria
del exilio.
La providencia talla
nuestros pasos de mañana
en un camino sin brazos,
sin flores en lo bordes,
y sin ti en el horizonte.
El tiempo va, siempre va
arrastrando las cicatrices del universo
hacia un norte apoteósico.
Los días sobre vuelan, sin ruido,
como aves de rapiña,
el techo de este hogar sin raíz
donde anida el sueño de nuestros hijos.
El tiempo va, siempre va.
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