domingo, octubre 18, 2009

Estancias de Buenos Aires

Salidas de primavera

En una estancia, un hotel con spa, una casa de campo y hasta un vagón de tren, cinco escapadas bonaerenses para atenuar el estrés de la gran ciudad y relajarse el próximo fin de semana largo, cerquita de Buenos Aires. Para los más activos, también hay pesca, cabalgatas y actividades deportivas.

Por Julián Varsavsky

El próximo fin de semana será largo, y pasada la ola de frío polar los aires de la primavera llegan por fin con renovado esplendor. Cobra vigencia entonces la necesidad de una escapadita a alguna estancia, hostería, hotel de campo o spa en la provincia de Buenos Aires, para alejarse un poco del encierro de la gran ciudad sin necesidad de recorrer distancias demasiado largas para apenas tres días. Hay propuestas y actividades para todos, grandes y chicos, activos o con ganas de descansar. A continuación, cinco alternativas para hacerse un viajecito reparador y volver.

UN SUEÑO BARROCO A 120 kilómetros de Buenos Aires, cerca de la localidad de Lobos, la estancia Santa Rita quizá sea el ejemplo mejor logrado de la estancia argentina con pretensiones europeístas, plasmadas particularmente en una sofisticada arquitectura y una decoración recargada. Todo aquí refleja un lujo desbordante, en medio de una planicie de la Pampa Húmeda rodeada de árboles. Ya desde la entrada, una tranquera afirmada entre dos pilares art-nouveau tiene algo para decir sobre lo que le espera al visitante al final de una calle arbolada que se interna triunfal en la estancia.

El origen de Santa Rita se remonta a los tiempos del Virreinato del Río de la Plata, cuando en 1795 fueron cedidas a la familia Ezcurra 16.000 hectáreas. De aquella época todavía se mantiene en pie una capilla histórica.

Tan extensa era la estancia –aunque hoy sólo abarca 200 hectáreas– que tenía dentro de sus límites tres estaciones de ferrocarril. Pero con los siglos el terreno se fue subdividiendo y así el casco de Santa Rita fue pasando por distintas manos hasta que lo compró su actual dueño, en los años ’90 y literalmente en ruinas.

Lo que quedaba entonces de la estancia fue restaurado y rediseñado por su nuevo propietario, en un estilo barroco flamenco que convirtió al rústico casco en una típica morada flamenca de la segunda mitad del siglo XVIII, un poco al estilo de las que se ven en la Grand Place de Bruselas. Hoy en día la fachada de Santa Rita tiene algo de castillo, con una torre y una cúpula, pero también el toque moderno que le otorga su frente vidriado.

En el edificio original la torre se utilizaba para otear el horizonte en prevención de la llegada de los malones aborígenes. Eran otros tiempos: hoy, en cambio, alberga un espacioso cuarto con un panorama increíble sobre las extensiones del paisaje pampeano.

La decoración interior del casco de Santa Rita desborda en suntuosidades: largos cortinados, esculturas de doncellas aladas, medallones, frisos, detalles texturados en las paredes, ménsulas, coquetos rincones de lectura, chimeneas y laberínticas escaleras que conducen a las terrazas. Y en los cuartos llaman la atención las camas imperiales cubiertas con un baldaquín.

Los exteriores del casco también son suntuosos, a la medida de la estancia, con 40 hectáreas de avenidas de eucaliptos, casuarinas y ombúes que forman bosques donde es posible cabalgar y toparse incluso con una Venus de Milo, pasando luego por sofisticadas fuentes, una cancha de pelota vasca, una deslumbrante pileta y una fauna que va desde cigüeñas y garzas hasta una llama algo desorientada.

BIENVENIDOS AL TREN Menos lujosa, pero tal vez más original, es la propuesta campestre que a 100 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires y 50 de La Plata –en los pagos de Magdalena– invita a dormir en un vagón de tren. No hay que temerle al traqueteo: hace rato que los vagones están inmóviles y reconvertidos en un curioso hotel bien mimetizado con el bucólico paisaje.

Este establecimiento rural en las afueras del pueblo de Bartolomé Bavio se llama Los Dos Vagones y garantiza una tranquilidad absoluta en medio del horizonte sin fin de la Pampa, donde no hay más ruidos que los del molino de viento, las hojas mecidas por la brisa, los pájaros y el mugido de alguna vaca.

Como tantos otros en el territorio argentino, el pueblo surgió alrededor de la estación de tren Bartolomé Bavio a comienzos del siglo XX, para cerrar a finales del mismo siglo al interrumpirse el servicio ferroviario. En 2002 la familia Gattari adquirió en la zona un campito con dos vagones para dedicarse al turismo rural. Y la propuesta fue un éxito, ya que para dormir en las habitaciones dobles y cuádruples de Los Dos Vagones hay que reservar con bastante antelación.

Al predio de 21 hectáreas con montes de acacias, eucaliptos, talas y paraísos se ingresa cruzando una tranquera en un desvío que nace en la Ruta Provincial 36 y recorre un corto camino vecinal de tosca y conchilla. Si llegara a hacer calor, en Los Dos Vagones hay una piscina que invita a reposar bajo el sol primaveral. Y si hiciera frío, en el salón de usos múltiples hay una salamandra a leña, televisión e Internet satelital y mesa de ping-pong. Pero el fuerte son, por supuesto, el reposo y las actividades al aire libre: se puede andar a caballo, en sulky o en bicicleta y visitar una aguada con patos, gansos y garzas. Los chicos se interesan particularmente en la huerta orgánica, los animales de granja, el criadero de caracoles y algunos juegos situados en medio del bosque.

Los vagones son de madera de lapacho y cada uno tiene un cuarto matrimonial y otro cuádruple (aunque no se alquila el vagón a dos familias), con una decoración rústica y sencilla.

Desde Los Dos Vagones se suele salir a recorrer viejos pueblos de origen ferroviario como Bavio, Arditi, Payró, Vieytes, Atalaya y el Parque Costero Sur, que va desde Magdalena hasta Punta Indio a lo largo de la Costa del Río de la Plata.

SPA FRENTE AL MAR La combinación que ofrece el Hotel/Spa Puerta del Bosque de Miramar es por cierto tentadora: mar, spa y cocina gourmet. El complejo está ubicado a metros de la playa, alrededor de una piscina donde se levanta un hotel de tres pisos con 16 habitaciones y cinco dúplex en un módulo separado. Los servicios incluyen pileta cubierta con hidromasaje, sala de masajes, saunas seco y a vapor, duchas escocesas y sillón masajeador. Para las actividades al aire libre hay canchas de voley, fútbol y fútbol-tenis, en un ambiente silencioso rodeado de bosque.

Las cabañas están equipadas con las comodidades de una casa: estar/comedor, cocina integrada, parrilla propia, dos dormitorios (uno con balcón), calefacción y cocheras individuales.

ESTANCIA EN CHASCOMUS A 9 kilómetros de la ciudad de Chascomús, un camino de tierra conduce hasta la tranquera de La Horqueta, una estancia a orillas de la laguna Vitel. Allí hay que bajarse del auto, abrir la tranquera, pasar y volver a cerrarla, cumpliendo con una especie de ritual que da a entender que se ha llegado al medio del campo. Se trata de una estancia agrícola-ganadera de 200 hectáreas en plena producción, algo que se aprecia enseguida al avanzar entre los sembradíos de trigo hacia un tupido monte de árboles altísimos que protegen el viejo casco. Una vez cerca, se vislumbra una antigua casa de campo estilo Tudor rodeada de jardín. Unos metros a la izquierda hay un segundo casco de estilo más criollo con cinco habitaciones, que al igual que el anterior data de 1928. Alrededor hay un parque diseñado hace 80 años por un paisajista, con jacarandáes, palos borracho, ceibos, tilos, tipas, magnolias, plátanos, robles, casuarinas, acacias de Constantinopla, palmeras canarias y aguaribay.

A pocos metros del casco de La Horqueta se abre el espejo de la laguna Vitel, que abarca 1150 hectáreas y cada atardecer se abarrota de garzas blancas y moras, patos barcinos y overos, gallaretas, benteveos y algunos ejemplares del elegante cisne de cuello negro.

Entre las actividades disponibles se pueden hacer cabalgatas, paseos en bicicleta y jugar al voley, ping-pong y fútbol. La gastronomía incluye asados al aire libre bajo las arboledas, pastas con salsa de hongos o cuatro quesos y pejerrey con verduras grilladas. Y para los postres hay tarta tibia de manzana con helado de crema, panqueques y lemon pie.

LO DE RAMON Y MARIA En las cercanías de la localidad de Lincoln, a 420 kilómetros de Buenos Aires, se puede visitar y alojarse en la estancia Ramón y María, que abarca 2500 hectáreas y tiene un elegante parque diseñado por un discípulo de Carlos Thays. En la estancia hay dos tambos lecheros y un haras con cien caballos deportivos. Pero tienen como actividad complementaria el turismo, al que reciben en apenas cuatro cuartos (dos suites matrimoniales con baño privado y dos dormitorios dobles que comparten un baño). Entre las actividades posibles se ofrecen cabalgatas por la inmensidad del paisaje pampeano hasta una laguna, siempre dentro de la estancia, para observar aves y también pescar pejerreyes. La estancia tiene piscina y brinda gastronomía típicamente casera y de campo, con productos de elaboración propia, ya que cada quince días se faena una vaca y hay leche fresquísima todas las mañanas, usada también en la producción de dulce de leche.

DATOS UTILES

Estancia Santa Rita: El alojamiento en habitación doble estándar con pensión completa y actividades –un día y una noche– cuesta $ 305 por persona. El día de campo con almuerzo, merienda y actividades cuesta $ 160. Más información: www.santarita.com.ar

Los Dos Vagones: Los vagones convertidos en habitación de hotel están equipados con televisión satelital, equipo de música, microondas, anafe con horno, termotanque, heladera, aire acondicionado frío/calor, parrilla, reposeras y hamacas paraguayas para atar entre dos árboles. Además se ofrece un servicio de masajes descontracturantes y limpieza de cutis.
–El alojamiento desde el sábado a la mañana hasta el domingo a la noche cuesta $ 480 para dos personas ($ 120 por cada niño hasta 12 años). Incluye un desayuno, una cena completa (sin bebidas) y paseos a caballo, sulky y bicicleta.
–Más información: Tel.: 0221-15-4779977 / 011-15-49715759. www.losdosvagones.com.ar
n Hotel/Spa Puerta del Bosque: La habitación doble estándar cuesta $ 396 por día. Una cabaña para dos pasajeros cuesta $ 576 por día. Los precios incluyen desayuno, acceso al spa y animación para niños.
–Más información: www.puertadelbosque.com

Estancia La Horqueta: El fin de semana
(una noche y dos días) cuesta $ 420 más IVA por persona (incluyendo almuerzo, merienda y cena del sábado, más el desayuno, almuerzo y merienda del domingo).
–Más información: Tel.: 4777-0150 y 15-6820-2005.
www.lahorqueta.com

Ramón y María: El alojamiento con pensión completa y actividades cuesta $ 240 por persona.
–Más información: Tel.: 4801-9707 y 02355-498080.
–Más datos sobre esta estancia y las anteriores
en joselitarb@hotmail.com y www.guiatierrabuena.com.ar

Seismiles en Argentina,Catamarca

CATAMARCA

HACIA EL PASO SAN FRANCISCO

El camino de los volcanes

En el oeste de la provincia de Catamarca, una espectacular ruta panorámica se interna en “los Seismiles”, un sector de la Cordillera de los Andes donde se levantan 19 volcanes que superan los seis mil metros de altura. El camino termina en el Paso San Francisco, fronterizo con Chile.

Por Julián Varsavsky

El auto se desliza con suavidad por una recta ruta de asfalto que parece desenrollarse como una lengua de camaleón, rasgando por la mitad una árida altiplanicie de pastos ralos. La recta sigue más allá del alcance de la mirada, formando una engañosa cuña de dos rayas paralelas que parecen encontrarse en un inalcanzable punto lejano. Y al fondo, un espejismo dibuja un charco rojo que es en realidad el reflejo de una montaña con sus minerales al desnudo, en este caso cobre oxidado.

Vamos rumbo a “los Seismiles”, el ilustrativo nombre de un circuito del oeste de Catamarca que avanza entre descomunales volcanes de más de seis mil metros y culmina en el Paso San Francisco, en el límite con Chile y en plena Cordillera de los Andes.

Durante la recorrida de los 197 kilómetros asfaltados de la RN 60, que llega hasta el Paso San Francisco, se atraviesa la parte baja de un gran valle con 19 volcanes que se suceden uno tras otro con la característica forma cónica de bonete trunco. Y a sus pies se distinguen las coladas basálticas con que los volcanes vaciaron por completo su contenido, derramándolo por el valle como ríos de lava convertidos en oscuros escoriales.

Hace algún tiempo –en el Cretácico, unos 80 millones de años atrás– este pacífico lugar era un infierno de volcanes en erupción, mientras surgía desde el fondo del océano la Cordillera de los Andes. Hoy en día es un desierto: sin embargo, una nutrida fauna le da a la zona una vida inusitada. Como aquel medio centenar de flamencos que parecían como petrificados, con las patas sumergidas en un espejo de agua. Y que al acercarnos remontaron vuelo para desaparecer aleteando tras una serranía como una nube rosada, dejando detrás un ambiente de colorida desolación que es la esencia misma del lugar.

PASO A PASO El paseo por los Seismiles es una excursión relajada, que se puede hacer con un vehículo común desde los pueblos de Fiambalá o Tinogasta. En un día entero sobra tiempo para ir y volver disfrutando del paisaje sin premura, e incluso para darse un chapuzón en una terma que hay junto a la ruta (una opción diferente a las tradicionales termas de Fiambalá).

El circuito comienza 50 kilómetros al oeste de Fiambalá por la ruta que lleva a Chile. Si bien se parte desde los 1550 metros de altura y se llega a los 4726 metros en el Paso San Francisco, el punto más alto del camino, la pendiente es muy suave y los autos no son exigidos en lo más mínimo. De todas formas hay que subir de a poco para aclimatarse a la altura (se recomienda además comer muy liviano y tomar todas las precauciones posibles contra el apunamiento).

Los primeros 45 minutos son sinuosos, pero sin precipicios a los costados: sólo largas planicies que se extienden hasta el pie de los volcanes y los cordones montañosos. En el trayecto no se pasa por un solo caserío ni pueblo, sino por parajes desolados como el llamado Guanchín, donde se encuentran los restos arqueológicos de un poblado diaguita habitado entre 700 y 800 años atrás.

En la primera parte del trayecto el paisaje ya es muy árido, aunque se levantan todavía algunos algarrobos solitarios y arbustos como la retama, la jarilla, el cachiyuyo y la gramilla. En el paraje Loro Huasi la topografía del terreno cambia abruptamente y brotan de la tierra unas placas sedimentarias que, al surgir la Cordillera, quedaron con las puntas señalando al cielo. Luego el viento las afiló como cuchillas, haciéndolas parecer puntas de flecha amontonadas.

A la derecha de la ruta corre el río Guanchín, alimentado por los deshielos cordilleranos. Y en La Angostura alcanzamos los 2000 metros, así que desaparecen todos los árboles. Las montañas son cada vez más variopintas, algunas cubiertas de arenisca roja del Paleozoico –280 millones de años– y otras muy oscuras por la magnetita oxidada del Ordovícico, todas sin el más mínimo arbusto. A la distancia los cerros parecen cubiertos por un degradé aterciopelado que alegra la desolación de este gran cementerio geológico.

De inmediato aparece a la vera del camino el Refugio Nº 1, el primero de los seis que hay a lo largo del circuito y que son como casitas triangulares de cemento con techo de metal. En el interior los refugios tienen leña y un sistema de radio, para pedir ayuda en caso de algún desperfecto técnico. Muchos ciclistas las usan para dormir, aunque en verdad sirven para los días de invierno más crudo, cuando alguna nevada puede volver el camino intransitable. Además, en verano puede ocurrir que un badén originado por las lluvias corte el camino.

A los 3000 metros llegamos al Valle de Chaschuil, término que en idioma cacán –la lengua de los diaguitas– significaba “reunión de valles”. Aquí comienza a faltar un poco el oxígeno (lo ideal es mascar hojas de coca) y la vegetación se reduce a su mínima expresión, con algunos pastos duros como el coirón que se levantan unos centímetros del suelo como barbas invertidas. En este valle hay también un arroyo donde habita una comunidad de cangrejos que nadie se explica cómo llegaron hasta allí. Y a un costado de la ruta se ven los restos de un refugio de piedra levantado alrededor de 1770 por quienes llevaban ganado a Chile.

HACIA LO ALTO Las montañas más altas siguen sin aparecer, pero al norte ya se divisa el volcán Inca Huasi (6640 metros), el primero de los Seismiles, que no perderemos de vista en todo el viaje. En la cima del Inca Huasi se encontró un santuario inca con una estatuilla de plata que hoy se exhibe en el Banco Nación de San Fernando de Catamarca, aunque hay una réplica en el Museo del Hombre en Fiambalá.

Estamos más o menos a mitad del recorrido y a la derecha se ve la cordillera de San Buenaventura, el límite austral de la Puna. A la altura de Cortaderas –3400 metros– aparece un inesperado hotel en medio de la nada, con una vista increíble y todas las comodidades por ahora todavía está cerrado, pero se espera la inauguración en pocos meses.

El paisaje es cada vez más desértico, aunque cada tanto se cruzan en la ruta burros salvajes y aparecen lagunas con gallaretas, patos cordilleranos y más flamencos. También continúa junto a la ruta el río Guanchín, donde está permitido pescar truchas de noviembre a marzo.

Las montañas y volcanes mayores comienzan a verse en el paraje Casadero Grande (3600 metros), donde suelen acampar algunos de los centenares de escaladores que llegan a esta zona cada año, procedentes de todo el mundo, para escalar las cimas de los Seismiles.

En el horizonte aparece luego el Ojos del Salado, que con sus 6864 metros es el volcán activo más alto del mundo, y sin duda uno de los platos fuertes para los montañistas. Desperdigados en el horizonte se yerguen los volcanes Walter Penk, Nacimiento y Aguas Calientes.

En el paraje La Gruta, a 4100 metros, hay un campamento de Vialidad Nacional y están las oficinas de migraciones donde se tramita el cruce a Chile. Desde allí hay 21 kilómetros hasta el Paso San Francisco, justo en el límite de las altas cumbres de los dos países.

El hito limítrofe se encuentra a 4726 metros: aquí la altura se hace sentir, particularmente en la falta de fuerzas del cuerpo. Pasado ese límite se puede seguir unos kilómetros más hasta la Laguna Verde chilena y pegar la vuelta, o bien seguir 280 kilómetros no pavimentados hasta la ciudad chilena de Copiapó –famosa por sus playas– y luego hacia el desierto de Atacama. Pero ése ya es otro viaje.

De regreso hacia Fiambalá o Tinogasta, en el paraje La Gruta un desvío a la derecha (no señalizado) lleva hacia un cercano piletón techado, con una pequeña terma de aguas sulfurosas. El lugar es ideal para un picnic liviano, ya que hay incluso bancos para sentarse.

El viaje a los Seismiles termina con sensaciones encontradas. Por momentos hay un ambiente con reminiscencias del paraíso, especialmente al toparse con las lagunas color turquesa llenas de coloridas aves. Pero en otros lugares se vive la sensación de atravesar los restos de un remoto Apocalipsis de fuego, de los tiempos en que la Tierra era una gran bola de magma burbujeante. De aquel entonces quedan enormes cráteres calcinados, cerros de basalto, arenales negros y coladas de lava. Por eso los Seismiles son algo así como el núcleo de un infierno extinguido hace millones de años, donde reina por contraste la paz más absoluta del universo.

Volcanes de más de seis mil metros, los más altos del mundo, que dejan ver sus cráteres inactivos.

EL MIRADOR DEL PISSIS

A la excursión clásica a los Seismiles por la RN 60 se le puede agregar una alternativa fuera de ruta, tomando un desvío de tierra que nace a la derecha, pasando el paraje Pastor Largo. Esta excursión hasta el espectacular Mirador del Pissis requiere de un día extra y una camioneta 4x4. Además se recomienda ir con dos vehículos, por cualquier inconveniente mecánico, y llevar un guía local ya que no es difícil perderse.

A los 57 kilómetros de tomado el desvío aparece el volcán Laguna Negra, un “petiso” de apenas 4700 metros. Y finalmente se llega al increíble Mirador del Pissis, que ofrece vista panorámica sobre un sistema de lagunas llamadas Azul, Negra, Verde y Aparejos. Por supuesto se ven los correspondientes Seismiles: el Nacimiento, el Tres Cruces y el Pissis, que es el volcán inactivo más alto del mundo, con 6882 metros.

El paseo continúa hasta la base del gigante mayor, donde es común cruzarse con alguna manada de vicuñas o guanacos. Allí hay un camping agreste donde hacen base quienes aspiran a trepar alguna de las cinco cimas del Pissis, que es también la segunda montaña más alta de América.

DATOS UTILES

Cómo llegar: La empresa General Urquiza tiene micros diarios con la modalidad coche-cama que tardan unas 13 horas desde Buenos Aires hasta San Fernando del Valle de Catamarca. A partir de $230. Desde la capital catamarqueña se pueden contratar servicios especiales de transporte o se puede llegar en micro. Más información: www.generalurquiza.com.ar

Dónde dormir: Tinogasta: Hostal Casagrande: fue construido totalmente con adobe en 1897 y forma parte como edificio histórico de la Ruta del Adobe. Una habitación doble cuesta $150. Más información al tel.: 03837-421140 www.casagrandetour.com

Los Olivos: este camping de excelente calidad tiene pileta, canchas de vóley y fútbol, y muy buenos baños. Más información al tel.: 03837-420949 / 15488444. E-mail: moniquecarlos@hotmail.com

Hostería A los Seismiles: es una alternativa sencilla y agradable de alojamiento con buena gastronomía. La habitación doble cuesta $140. Más información: www.alosseismiles.com.ar

Fiambalá: Cabañas Umbral de la Luna: totalmente equipadas con cocina y vajilla. Más información: 03837-496056.

Dónde comer: Los Pereyra: los fines de semana este lugar es el más popular de Tinogasta; se va a comer y a bailar folklore sobre un piso de tierra frente a músicos en vivo. Hay empanadas ($15 la docena), asado ($30 para dos personas) y un locro “pulsudo” (es decir muy completo, con todos sus ingredientes).

Más información: Tel. 03837-15478996.

Rapel y escalada

En la zona del cañón de Atuel, una aventura de rappel y escalada nos dejó sin aliento. Una experiencia en las rocas del valle Grande, sólo para atrevidos.
Escalada y rappel en San Rafael
No hay muchos lugares en la zona del valle Grande, en San Rafael, donde se pueda practicar rappel y escalada. Si bien la zona es considerada de montaña, su formación geológica tan frágil las hace prácticamente imposibles de explorar. Para los amantes de la actividad que pretenden observar el famoso cañón del Atuel desde otra perspectiva, con sus magníficas formas esculpidas por el agua y el viento, les contamos nuestra inolvidable experiencia para que puedan realizar una escalada y un rappel totalmente seguros.

Antes que nada, contactamos a un operador turístico que maneja este tipo de turismo alternativo. Para nuestra suerte, dimos con la gente de “Extremo”, que justamente se especializa en turismo aventura.

Con ellos, nos dirigimos a uno de los pocos macizos que presenta el valle, al costado de la ruta carretera 173, en el km 37 aproximadamente, desde San Rafael. La pared de 40 metros de altura presenta distintas rutas consideradas “técnicas”, con una dificultad de 5a, con algunos puntos claves de 6b, o 6c, según la ruta elegida. “Si sos escalador, tenés que animarte” nos desafió el guía.
Escalada y rappel en San Rafael
La escalada es un deporte que no requiere conocimiento previo y que es apto para ser practicado por aquéllos que sólo necesitan atreverse, y que poseen un buen estado físico. Luego de ser provistos de todos los elementos de seguridad y de escuchar el instructivo y la ruta a seguir, comenzamos a subir.

Al principio, la pared natural se encontraba muy bien marcada. Resultaba fácil encontrar los recovecos en la roca para poder subir. A medida que ganábamos altura, el vértigo comenzó a decir presente, pero el sonido del río Atuel a nuestras espaldas nos tranquilizó. Ya en los primeros metros, se lograba apreciar de un modo diferente el entorno natural. Esto nos brindó la energía suficiente para continuar, siempre analizando la ruta elegida.

El modo en que se realiza escalada sobre este tipo de paredes es el denominado “top rope”, aunque siempre se está asegurado por otro guía desde abajo, que nos mantiene colgados en el caso de que hubiera un resbalón. A medida que se avanza, se siente el arnés bien tenso y unido a la soga. La pared presenta buenos boulders y se puede equipar la ruta elegida con algunos stoppers o algunas “nueces”, pero en líneas generales, no hacen falta.
Escalada y rappel en San Rafael
Sólo hay que recordar que la técnica de escalada se basa en tener tres puntos de apoyo, buscando realizar el mayor esfuerzo con las piernas, para que no se fatiguen los brazos por presentar músculos más pequeños.

Antes de lo esperado, encontramos la angosta cumbre. El cuerpo parecía decir “basta”, pero lo logramos. Desde lo alto de la pared, se logra observar el río color turquesa encañonado, una hilera ininterrumpida de sauces llorones recostados sobre la rivera del Atuel y, del lado de enfrente, su aprecia el famoso cordón conocido como “Mil Hojas”. En este punto, parece que la cordillera de los Andes explotó en mil pedazos y luego se volvió a unir en piezas de igual tamaño. Un espectáculo único en su tipo.

El silencio y la soledad en la cima fueron muy tranquilizadorers. Desde allí todo parecía transcurrir en cámara lenta. Recordamos que llegar a la cima de una montaña, más allá de la altura que ésta presente, es el mayor homenaje a la libertad que se puede brindar uno mismo. Luego de unos minutos, mientras recobramos las fuerzas, preparamos todo para realizar el descenso en rappel.
Escalada y rappel en San Rafael
Esta técnica es la forma más sencilla de bajar una pared vertical. Se deja deslizar el cuerpo por una cuerda, utilizando arnés, mosquetón con seguro, cabo de seguridad donde realizamos el anclaje, un descensor ( un ocho) y guantes.

Adoptamos la posición necesaria con las piernas abiertas y semi flexionadas y emprendimos el descenso. Unos pequeños pasos hacia atrás dejando correr la cuerda nos sirvieron para tomar confianza y enseguida alcanzamos tierra firme. Hay que destacar que si no se poseen los conocimientos técnicos adecuados, lo mejor es contar con la supervisón de una persona calificada para realizar la actividad totalmente seguros. Y para estos casos siempre están los guías de “Extremo”.

En menos de dos horas, nos llevamos un excelente recuerdo de la escalada y el rappel frente al cañón de este río maravilloso. Sin duda, un cambio de perspectiva único que vale la pena experimentar. Ahora los invitamos a que se ajusten su arnés y se animen a vivir esta experiencia en el particular escenario del valle Grande.


Para tener en cuenta:

Cómo llegar: desde San Rafael, se debe transitar a la zona del valle Grande, a través de la ruta 173. En el Kilómetro 24, se puede encontrar a la gente de Extremo, que luego de contratar el servicio, llevan a los participantes al campo de acción.
Horario: a convenir con el operador de turismo aventura
Duración: 2 horas
Nivel de dificultad: la escalada presenta un grado de dificultad general de 5ª. Mientras que el rappel presenta un nivel de dificultad medio.
Sugerencias: Prestar atención a todas las indicaciones que realizan los guías. De este modo se tendrá satisfacción asegurada, sin riesgos, ni contratiempos

La Casualidad

Este circuito es un plato fuerte reservado sólo para los que han aprobado el examen de la Puna en Tolar Grande; 123 kilómetros de dramáticos contrastes, grandes alturas y extraordinarias bellezas hasta llegar al campamento La Casualidad. Fundado en 1950 y luego de 30 años de actividad aparece hoy como un pueblo fantasma donde sólo quedan los vestigios de la época en lo que era la más importante azufrera del país, donde trabajaban y vivían más de mil personas, entre obreros, ingenieros y expertos en minas. El pequeño poblado contaba con hotel, confitería, escuela primaria y secundaria, iglesia, cine y teatro. Hoy sólo quedan las casas y los edificios abandonados, pelados por los continuos saqueos. Y en el solitario cementerio las cruces desafían el viento en un desolado panorama.

Desde el campamento, un cable carril de 15 kilómetros llegaba hasta la bocamina La Julia donde se extraía el mineral en bruto para ser transportado desde allí por el ferrocarril del ramal C 14, el mismo del Tren a las Nubes. Este tramo del camino se continúa trepando hasta más de 4000 metros sobre el nivel del mar y los viajeros más osados podrán disfrutar con los cambiantes paisajes de cerros teñidos con los colores de los minerales, campos de lava, junto a los picos de hielo de los penitentes y el amarillo vivo del azufre.

Después del salar de Río Grande, como una descomunal pantalla, aparece un panorama abierto sobre un fondo de impresionantes volcanes. Uno de ellos, ya en territorio chileno, despide continuas fumaradas sobre el azul del cielo puneño.

Salares en el NOA

NOA

Salta, sal & cielo

Para espíritus aventureros, salinas y volcanes en un circuito por la Puna tan poco transitado como sorprendente


NeSalta, sal & cielo

SALTA.- Tapizada por volcanes y salares, abrazada por los Andes, la Puna salteña, uno de los circuitos menos conocidos de la provincia, ofrece deslumbrantes paisajes.

Punto de partida, San Antonio de los Cobres; destino final, Tolar Grande. El antiguo pueblo de tradición minera sigue igual, con sus casas dispersas y una calle principal donde encontrar sencillos comedores y albergues, con la omnipresencia del viento que tiñe de oscuro los rostros de los lugareños de raíz colla. El último toque de confort antes de emprender el viaje será en la Hostería de las Nubes, con gran mayoría de huéspedes europeos, que no se sabe cómo llegan hasta aquí con tanta información. Algunos esperan el guía con vehículo que contrataron en Salta; otros se largarán, mapa en mano, a la aventura en su propia camioneta.

Liliana Morales trabaja en la Municipalidad y acaba de terminar sus estudios de turismo. Es la guía ideal. Como buena nativa de la zona sabe mil y un datos que sazonan el trayecto de 187 kilómetros. Con equipo apropiado de abrigo, zapatos de trekking, traje de baño, protección solar y cámaras fotográficas, previo aprovisionamiento de combustible y agua y puesta a punto del vehículo, se sale a la ruta 129, un camino de tierra bien mantenido que se va internando en los paisajes de la Puna.

Aparecen entonces los característicos cerros aterciopelados de distintas tonalidades. Y, a la vera del camino, brillantes espejos de los chorrillos de las vertientes congeladas. Corrales de pirca y algún pastor con sus burritos con coloridos pompones en las orejas, igual que las llamas que se ven de tanto en tanto y le dan un toque pintoresco a esas inmensas soledades.

Arriba y abajo

La ruta trepa hasta los 4600 metros en Abra del Gallo. En el descenso se observa a lo lejos el nevado de Quewa, una zona que conserva antiguos caseríos, como Santa Rosa de los Pastos, donde se puede visitar el criadero experimental de altura de vicuñas Agua Dulce, donde espera Fausto Morales, padre de Liliana, nuestra acompañante. Y la casa de Aurora Vega, que abre sus puertas para los viajeros que quieran compartir en la mesa familiar cocina casera.

Todo esto, antes o después de visitar el gran salar de la zona, primero de una sucesión de ellos que, como cuentas de un refulgente collar, caracterizan la región. El de Arizaro, en particular, es el más grande del país, con deslumbrante blancura y geométricos dibujos bajo el intenso azul del cielo puneño.

La ruta sigue su curso y aparece Pocitos, poblado disperso de casas de adobe y piedras volcánicas, algunas de la época de la construcción del ramal C 14 del ferrocarril Belgrano, tenue signo de vida en esas sequedades donde su salar, el segundo más grande de la provincia, aparece de improviso junto al pueblo.

A partir de aquí se empalma con la RP 27, un camino consolidado que se interna en el desierto de la Puna, cada vez más impactante, especialmente cuando se acerca a Siete Curvas, uno de los platos fuertes del viaje. Formaciones de tonos rosados son el preámbulo hasta llegar al descomunal sitio, un extraordinario panorama orlado de cantidad de picos, todo teñido de un colorado intenso y de una belleza que quita el aliento. Cerca está el Salar del Diablo con asombrosas formaciones pétreas. Y desde Abra del Navarro, la ruta desciende hacia Tolar Grande.

Refugio en francés

El pequeño poblado de Tolar Grande es el portal hacia una variedad de excursiones de aventura. Fundado alrededor de la estación del ferrocarril Belgrano, en lejanas épocas de auge de la actividad minera, conserva el aire puneño y las tradiciones como la fiesta patronal del 8 de diciembre y el Carnaval con un encuentro de comparsas de la zona. De agradable clima casi todo el año, excepto una corta temporada de vientos y nieve, garantiza 10 meses sin temperaturas extremas. En el pueblo, donde no hay estación de servicio, pero sí provisión de nafta y gasoil, está Afapuna, el Refugio Franco Argentino, construido con apoyo de la embajada de Francia. El edificio puede albergar hasta 40 pasajeros en dos sectores: uno para hombres y otro para mujeres, con camas cucheta de impecables sábanas que Marta, la encargada del lugar, se ocupa de cambiar puntualmente todos los días. Tiene baños comunitarios con agua caliente y calefacción, un salón de reuniones y una cocina bien equipada para quien quiera hacer su comida con provisiones del almacén del pueblo.

En general, los viajeros prefieren comer en alguna de las casas que brindan una cocina casera, un churrasco, una milanesa a la napolitana con ensalada o una sopa de verduras. Aunque el tema de la altura puede incidir bastante en el apetito.

La región, además de espectaculares paisajes, cuenta con lugares de interés natural, geológico y arqueológico con testimonios del pasado prehispánico. En el trayecto hacia El Mirador, por ejemplo, hay cerros de sal y bancos de yeso. Y al final, desde las alturas, una impactante vista del salar de Arizaro, rodeado por los volcanes de Socompa, Arizaro, Huanaquero, Macón y otros, con el descollante Llullaillaco, uno de los más altos del mundo. En su cumbre, de 6739 metros sobre el nivel del mar, se descubrió el santuario donde fueron halladas las momias de Los Niños del Llullaillaco, que se pueden apreciar en el Museo de Altura de Salta.

Túnel del Hombre Muerto

Otro paseo también a pocos kilómetros, pero que toma dos horas en llegar, es Agua de Carancho y Ojo de Mar. A lo largo del camino aparecen manantiales de agua dulce y se hacen caminatas sobre el salar hasta llegar a Ojo de Mar, una de las grandes ollas de agua salada de brillante coloración que vira según el reflejo del sol hasta el turquesa. Allí se puede flotar sin esfuerzo, mirando el cielo azul intenso de la Puna.

Hacia el Sudoeste, a 13 kilómetros del poblado se encuentra el Túnel de Hombre Muerto. La excursión se hace en auto y, para los fanáticos del trekking, también caminando (en cuatro horas) hasta llegar a la entrada del túnel de 180 metros. Pura adrenalina: recorrer su interior de cuatro bóvedas y un puente en el centro, con casco y linterna, para internarse en un mundo de estalactitas y rugosas columnas de sal, que crean un umbrío e impactante entorno. Como broche, un viaje a la naturaleza extrema.

A 65 kilómetros de Tolar Grande está la laguna de Santa María. El camino recorre un paisaje de extrema aridez, y trepa hasta los 4000 metros sobre el mar. En el descenso se descubre la incomparable belleza de la laguna con el volcán Incahuasi como telón de fondo, duplicando su silueta sobre las azules aguas donde nadan, caminan y vuelan parinas, patos, gallaretas y cantidad de flamencos rosados. Olvidarse la cámara de fotos en este viaje sería imperdonable...

Por Marta Salinas
Para LA NACION

Datos útiles

Cómo llegar

  • De Salta a Tolar Grande hay 387 km por la RN 51 y la RP 27. El primer tramo hasta San Antonio de los Cobres se hace en menos de cuatro horas por la quebrada del Toro, que acompaña parte del trayecto al Tren a las Nubes. Desde ahí son 187 km hasta Tolar Grande por la RP 27 o por la RP 129 en casi la misma distancia.

El clima

  • La región recibe viajeros todo el año, pero la mejor temporada se considera de octubre a fines de abril, cuando los días son más cálidos aunque ventosos, y las noches frescas. En invierno, el clima es más riguroso y pueden alcanzar varios grados bajo cero hasta nevar, por lo que se recomienda pedir informes a Tolar Grande antes de partir.

Más información

sábado, agosto 01, 2009

frases

una frase de un libro q estoy leyendo
"el rompecabezas de la sexualidad"
".....Kierkegaard decía que la angustia es la conciencia de la posibilidad.
La sexualidad es una creación brillante y ambigua de la inteligencia. Es un fenómeno emergente inventivo,y, como suele ocurrir con las grandes novedades vitales, inestable.
La transformación que la inteligencia opera en las estructuras biológicas aumenta las posibilidades pero crea desconcierto"
El rompecabezas de la sexualidad
José Antonio Marina
Editorial Anagrama

domingo, mayo 17, 2009

de matinada


tifon

tengo que ser un tifon contigo

para que se te despejen las ojeras

y tu boca suene húmeda de nuevo

y te rías mirando la pantalla

y me llames

y me convoques

J.

los tifones mueren en el mar

justito donde esta Barna

y Canet

In Memorian de Mario Benedetti

Yo no te pido
Yo no te pido que me bajes una estrella azul solo te pido que mi espacio llenes con tu luz.
Yo no te pido que me firmes diez papeles grises para amar sólo te pido que tu quieras las palomas que suelo mirar.
De lo pasado no lo voy a negar el futuro algún día llegara y del presente que le importa a la gente si es que siempre van a hablar.
Sigue llenando este minuto de razones para respirar no me complazcas no te niegues no hables por hablar.
Yo no te pido que me bajes una estrella azul solo te pido que mi espacio llenes con tu luz.

jueves, febrero 26, 2009

JI JI JI los mejores momentos de la tv argenta

CHARLY GARCIA Y SU CLAVADO DESDE EL NOVENO PISO
Me tiré por vos
La imagen no pertenecía a ningún programa en particular sino que fue captada por una cámara digital privada, aunque luego engalanó cuanto noticiero hubo en el aire el 3 de marzo de 2000. Fue el clavado más famoso del rock argentino, y hasta fue documentado en las canciones Me tiré por vos y Noveno B para el retorno de Sui Generis: Charly García estaba en una habitación del noveno piso de un hotel mendocino y, tras una discusión, saltó desde el balcón, cayó veinte metros y acuatizó en la piscina del edificio. Las cámaras fueron a buscarlo hasta la escalerita de la pileta, donde Charly, con malla y acomodándose el pelo, dijo que la experiencia le gustó, desafió a los movileros (“Yo no digo que voy a saltar; yo voy y salto”), y aseguró que ya había saltado en el pasado. Aun sin saber cuántas veces Charly se había arrojado desde un balcón, la presencia de una cámara convirtió esa temeraria maniobra en un hecho televisivo y único: un rocker desaforado que cae al vacío verticalmente, parado, con las piernas abiertas, casi calculando. La secuencia incluye el horror del final abierto, ya que en la grabación original no se ve dónde cae García, porque una arboleda oculta la pileta. “¿Dónde cayó?”, debe haberse preguntado, no sin morbo, el anónimo camarógrafo.
ANDRES CALAMARO Y FITO PAEZ LE CANTAN A MARADONA EN EL PREDIO DE LA AFA
Brindo por seguir
La escena de mayo de 1994 fue futbolera, aunque no hubiera ninguna pelota en cámara. Y revelaba la euforia que se vivía en el país en las semanas previas al Mundial de Estados Unidos, aquel en el que a Diego Maradona le saltó el doping positivo y corta-piernas. Bajo una noche cerrada a cielo abierto, en la oscuridad del predio de la AFA en Ezeiza, Andrés Calamaro y Fito Páez visitaron a Diego en la concentración de la Selección, seguramente con el permiso del entonces DT, Coco Basile. Y le cantaron una serenata, con la guitarra acústica y la voz principal en manos del Salmón y los coros a cargo del rosarino. La canción elegida fue Salud (dinero & amor), de Los Rodríguez, y Maradona –que tenía puesta la ropa de entrenamiento de la Selección, con el muy vintage logo viejo de Adidas en el pecho– la escuchó atentamente, parado entre ambos músicos, sosteniendo en sus manos el micrófono cual movilero, y con una sonrisa enorme. Con el rasgueo final, Diego aplaudió y gritó: “¡Son unos maestros!”. La espina que quedó es que, a pesar de los convites gestuales que Calamaro y Páez le hicieron durante toda la interpretación, Diego no se prendió a cantar ninguna estrofa. ¿Acaso no sabía la letra? ¿Ni siquiera el deportivísimo y anti-resultadista verso de “brindo por la victoria, por el empate y por el fracaso”?
PAPPO DESTROZA A DJ DERO EN “SABADO BUS”
Buscate un trabajo honesto
En pleno horario central televisivo, uno de los debates intestinos de la cultura rock mostró sus dientes y sus prejuicios cuando Pappo y DJ Deró (hoy, Ezequiel Deró) coincidieron como invitados en el programa Sábado Bus, allá por agosto de 2000. “El guitarrista contra el DJ”, “El conservador contra el moderno”, “El músico contra el ladri”, “El veterano contra el joven crédito”; las maneras de entender esa pulseada son muchas. Más allá de la sorna con la que medió el conductor Nicolás Repetto, el visible encono de Pappo y la angustiada argumentación de Deró probaron cuán en serio iba el cruce de púas (una de guitarra, otra de bandeja). El detonante fue que, mientras era interrogado por Repetto sobre su paso por el Love Parade de Berlín, el DJ utilizó la palabra “tocar”. El Carpo tomó un traguito de vino y apeló a su ronca metralla verbal: “Buscate un trabajo honesto, pibe”. Risas y tímidas intervenciones de otros invitados, como el actor Juan Acosta o la conductora Karina Mazzoco. Deró, incómodo y con tono didáctico, explicó: “El disco es un instrumento, yo toco discos”. Y Pappo, sin mirarlo, corrigió: “El disco no es un instrumento, está grabado por otro; ahora resulta que estuve toda la vida estudiando un instrumento para que después venga uno, enchufe y diga que toca”, argumentó el líder de Riff, mientras hacía girar un dedo frente a la boca, en inequívoca acusación de chamuyo hacia el pinchadiscos. Una batalla que el rock le ganó a la electrónica.
HOY ALMUERZAN CON LA SEÑORA MIRTHA LEGRAND... ¡LOS AUTENTICOS DECADENTES!
Divina decadencia
En 25 años de mediatiquísima carrera, Los Auténticos Decadentes construyeron un recorrido televisivo muy rico (muchas de esas escalas forman parte del extra Trucholandia, incluido en el reciente DVD Somos). Una de las apariciones más recordadas de la banda de rock que más hizo por los trencitos fiesteros en la historia ocurrió en 2001, cuando festejó sus 15 años de carrera y, por única vez, fue invitada a Almorzando con Mirtha Legrand. La conformación de la mesa generó dudas vinculadas con la superstición: 12 Decadentes más Mirtha sumaban 13 comensales y nadie quería eso, por lo que se especuló con convocar al Suizo Sayans, por entonces invitado estable del grupo, o “el decimotercer Decadente”. Sin embargo, finalmente se decidió hacer el programa en dos tandas, y que los músicos almorzaran en dos turnos, de a seis. “Lo que hacíamos los seis que estábamos fuera de cámara era inventar supuestas preguntas comprometedoras de los televidentes, para molestar a los que sí estaban al aire”, recuerda Nito Montecchia, guitarrista de la banda, y ejemplifica: “Por ejemplo, hicimos que Mirtha le preguntara al aire al saxofonista Pablo Rodríguez si era verdad que siempre se transaba a sus alumnas de saxo”. Vestidos de smoking blanco, los doce Decadentes charlaron con la longeva conductora sobre Alberto Castillo y hasta tocaron el vivo, mientras hacían la digestión. “Mirtha la tiene re clara, y nos gustó ir a su programa. Nosotros tuvimos una época en la que éramos muy televisivos; pero ahora no vamos más a la tele, ya nos rompió los huevos”, asegura Nito, y dispara una desafiante confesión: “Odio a los productores de televisión, son lo menos”.
LOS REDONDOS HABLAN POR TELE TRAS LA PROHIBICION DE UN SHOW
Divina TV Führer
El Indio Solari estaba sentado en el medio, con anteojos negros. Lo rodeaban Skay Beilinson, también con lentes oscuros, y Semilla Bucciarelli, sin gafas, total a él nadie lo miraba. Era agosto de 1997 y faltaban cuatro años exactos para que Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota se separaran. En una excepción notable (y en términos ricoteros, histórica) a su rechazo a la exposición televisiva, la banda de rock and roll más popular del rock argentino organizó una conferencia de prensa, debido a que acababa de ser prohibido un concierto que iban a dar en la ciudad bonaerense de Olavarría. El estigma de los incidentes en los shows de los Redondos estaba en boca hasta de Catalina Dlugi. El que hablaba, claro, era el Indio. Y hablaba claro: “La histeria ha descripto esto como si fueran a venir 15 mil chicos, todos en actitud de destrozar. Pero no son vándalos, son chicos de familia, algunos tienen 12 años, nada de malevolencia. Ni siquiera se parecen a esos rostros que podrían temerse, de gente mayor, de sindicalistas”. El Indio monologó con riqueza retórica, amplitud de análisis, léxico nutrido y mucha paciencia, casi como Marcelo Bielsa más tarde en sus conferencias de prensa como DT de la Selección. “Yo no bajo línea. Hacemos canciones y los chicos vienen a escucharlas porque los conmueve. Vivir cuesta vida, no se puede vivir en una sanguchera de vidrio. La vida no es rica si no está expuesta a ninguna experiencia”, enuncia. Ningún rocker recuerda con afecto al responsable político de aquella prohibición, el entonces intendente de Olavarría, un tal Helios Eseverri, ya fallecido. Pero llega la paradoja del archivero: sin aquel episodio, las imágenes disponibles del Indio Solari hablando largo y tendido por televisión serían casi nulas.
DIVIDIDOS RESALTA SU PLAYBACK EN “HACELO POR MI”
Otroletravaladna
Parecía que el rock ganaba espacios en la televisión abierta cuando el programa Hacelo por mí, que en 1992 conducía un pelilargo Mario Pergolini por Canal 9, convocaba a bandas de rock para tocar los domingos a la noche, en franca competencia con Ritmo de la noche y su plan melódico–festivo con el que, desde Telefé, Marcelo Tinelli lideraba las mediciones de rating. Pero nada es lo que parece, y Hacelo por mí no resultó precisamente el legendario Top of the Pops de la BBC: las bandas no tocaban en vivo sino que debían hacer playback. Divididos fue invitado al programa, y como el entonces baterista de la banda, Federico Gil Solá, se demoraba en sumarse a la entrevista previa al show, Pergolini le advirtió a Ricardo Mollo: “Van a tocar sin batero”. A lo que el guitarrista respondió: “Sí, igual es lo mismo”. Es que acaso sorprendidos –o bien fingiendo estarlo– por la imposibilidad de tocar en vivo, Mollo, Diego Arnedo y Gil Solá hicieron un playback punk, jocoso y boicoteador de la canción Sábado. Que empezó con timidez, con Mollo rasgueando a destiempo y simulando errores; y terminó en cualquiera, con Arnedo saliendo de cámara, los músicos charlando con los brazos caídos, o con Gil Solá dejando la batería en medio de la canción, y regalándole los palitos a los fans que había en la tribuna.
SPINETTA Y GARCIA TOCAN JUNTOS MIENTRAS LA CASA DE CHARLY SE INCENDIA
Y quemé las cortinas
En 1985, Charly García y Luis Alberto Spinetta masticaban un probable disco en conjunto, una verdadera cumbre del rock argentino entre sus dos máximas estrellas (al menos hasta entonces). El proyecto había generado muchas especulaciones, fuerte expectativa y una serie de composiciones entre las que estaban Una sola cosa, Total interferencia, Pobre amor, llámenlo y Rezo por vos, la más importante y la que quedaría como símbolo de esa abortada gestación rockera. En ese contexto ambos fueron invitados a tocar en vivo al programa Cable a tierra, que conducía Pepe Eliaschev por el canal estatal, que por entonces se llamaba ATC. Acompañados por una batería programada, García –con tres teclados y un micrófono– y Spinetta –con una guitarra y otro micrófono– interpretaron juntos Rezo por vos, pero un fuerte componente de mufez aguó la fiesta: al mismo tiempo en que ambos colosos tocaban ante las cámaras, la videocasetera de la casa de Charly, que había quedado programada para grabar justamente esa actuación, sufrió un cortocircuito y se prendió fuego. O sea, mientras que García y Spinetta cantaban el verso “y quemé las cortinas y me encendí de amor”, se incendiaba el domicilio particular de quien todavía no era Say No More. No sin cierta lógica, Spinetta consideró que el siniestro era un pésimo presagio: hubo matafuegos, peleas y paranoias; y los planes del disco en dueto quedaron truncos, quizá para siempre. Aunque donde hubo fuego...