“Una casa con 10 pinos”, de Manal
Por Javier Martinez
¡Esa casa existió! Era de un amigo mío que es un artista plástico, Roy Macintosh, un muchacho que paraba con nosotros en el bar La Perla, en Corrientes y Montevideo. Era uno de los lugares donde me encontraba con la bohemia artística. Recuerdo que un día estábamos ahí y apareció Marcela Pascual, la compañera de Tanguito, con Roy. Vinieron y dijeron: “Vamos a la casa que alquilamos en Monte Grande, los invitamos a todos”. En la mesa estábamos una banda de amigos: Tanguito, Pappo, yo y un montón de gente más. Y nos fuimos a esa quinta hermosa que habían alquilado, que tenía la entrada en diagonal por la esquina, con 5 pinos de cada lado: ¡era una casa con diez pinos! Tenía una hectárea de parque, así que había rincones de sobra. Eramos un grupo de artistas y estábamos todos solitos por ahí pintando, escribiendo o haciendo música, y después nos juntábamos todos en la casa. Yo me fui con mi guitarra abajo de un árbol, me llevé un vinito y, mientras lo tomaba, me puse a escribir la canción solito, tranquilo. Ahí terminé de escribir la letra, porque ya tenía la forma, estructura de acordes y melodía más o menos hecha. Tiene una influencia musical de las baladas de Otis Redding, como “Sentado en el muelle de la bahía”, que siempre me impresionaron mucho. Comencé con la primera frase: “Una casa con diez pinos, hacia el sur hay un lugar”, describiendo la situación. La canción es la reivindicación del tipo urbano que está un poco saturado de la ciudad y de respirar humo, que va un día al campo y se enamora del verde, redescubre lo que significa respirar oxígeno y tomar agua. Digamos que es una reivindicación bucólica. Esa noche que la terminé, nos guardamos adentro de la casa alrededor del hogar, porque era invierno, y después de cenar todo el mundo se mostró lo que había creado. Los pintores nos mostraban sus telas, los que escribían sus textos, sus poemas o prosa, y los compositores mostrábamos nuestras canciones. El tema les encantó. Fue una gran experiencia. Siempre les voy a agradecer a Marcela y a Roy por haberme invitado. Nunca había estado en un grupo de artistas que conviven en una casa y crean todos juntos. Se genera un espíritu de acumulación y una energía redoblada. Fijate que los grandes movimientos artísticos nacieron de grupos, y ésos son los que cambian la historia. El grupo de gente que se conformó en La Cueva fue producto de varios compositores y cantautores. Un tipo no crea nada, ¿viste? En la historia están las grandes figuras, pero si Julio César atravesó el Rubicón fue porque estaba el ejército atrás. Si dice “¡Vamos!” y atrás no hay nadie, por más Julio César que sea, ¡no pasa nada! Es así.
Por Javier Martinez
¡Esa casa existió! Era de un amigo mío que es un artista plástico, Roy Macintosh, un muchacho que paraba con nosotros en el bar La Perla, en Corrientes y Montevideo. Era uno de los lugares donde me encontraba con la bohemia artística. Recuerdo que un día estábamos ahí y apareció Marcela Pascual, la compañera de Tanguito, con Roy. Vinieron y dijeron: “Vamos a la casa que alquilamos en Monte Grande, los invitamos a todos”. En la mesa estábamos una banda de amigos: Tanguito, Pappo, yo y un montón de gente más. Y nos fuimos a esa quinta hermosa que habían alquilado, que tenía la entrada en diagonal por la esquina, con 5 pinos de cada lado: ¡era una casa con diez pinos! Tenía una hectárea de parque, así que había rincones de sobra. Eramos un grupo de artistas y estábamos todos solitos por ahí pintando, escribiendo o haciendo música, y después nos juntábamos todos en la casa. Yo me fui con mi guitarra abajo de un árbol, me llevé un vinito y, mientras lo tomaba, me puse a escribir la canción solito, tranquilo. Ahí terminé de escribir la letra, porque ya tenía la forma, estructura de acordes y melodía más o menos hecha. Tiene una influencia musical de las baladas de Otis Redding, como “Sentado en el muelle de la bahía”, que siempre me impresionaron mucho. Comencé con la primera frase: “Una casa con diez pinos, hacia el sur hay un lugar”, describiendo la situación. La canción es la reivindicación del tipo urbano que está un poco saturado de la ciudad y de respirar humo, que va un día al campo y se enamora del verde, redescubre lo que significa respirar oxígeno y tomar agua. Digamos que es una reivindicación bucólica. Esa noche que la terminé, nos guardamos adentro de la casa alrededor del hogar, porque era invierno, y después de cenar todo el mundo se mostró lo que había creado. Los pintores nos mostraban sus telas, los que escribían sus textos, sus poemas o prosa, y los compositores mostrábamos nuestras canciones. El tema les encantó. Fue una gran experiencia. Siempre les voy a agradecer a Marcela y a Roy por haberme invitado. Nunca había estado en un grupo de artistas que conviven en una casa y crean todos juntos. Se genera un espíritu de acumulación y una energía redoblada. Fijate que los grandes movimientos artísticos nacieron de grupos, y ésos son los que cambian la historia. El grupo de gente que se conformó en La Cueva fue producto de varios compositores y cantautores. Un tipo no crea nada, ¿viste? En la historia están las grandes figuras, pero si Julio César atravesó el Rubicón fue porque estaba el ejército atrás. Si dice “¡Vamos!” y atrás no hay nadie, por más Julio César que sea, ¡no pasa nada! Es así.
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