Si el Che viviera, ¿sería rockero? La respuesta no se cae tan de maduro si se tiene en cuenta que, desde que fue apresado y ejecutado en la escuelita de La Higuera en la selva boliviana hace cuarenta años, su iconografía no dejó de crecer en la cultura pop; aunque para el comunismo revolucionario el rocanrol era un elemento extranjerizante del imperialismo (y habría que preguntarse cuánta razón tenían). Desde posters y remeras de Dior –como ironizaban Los Piojos en Esquina Libertad (1996)–- hasta citas multicolores en portadas de discos, revistas, gigantografías, videos y publicidades, casi no hubo lenguaje o soporte mediático que no tuviera a Ernesto Guevara de la Serna –su barba, su boina y su mirada al infinito, tal cual lo inmortalizó la famosa foto de Alberto Korda– como protagonista central.
Y es que, si bien es cierto que Guevara nunca tuvo mucha onda con el rock (no comulgaba con el rock sexual de Elvis, ni con la histeria teen de los primeros Beatles, y ciertamente resulta difícil imaginárselo afín a los viajes psicodélicos de los ‘60 o al anarquismo negativista del primer punk, menos que menos al divertimento light de los burbujeantes ‘80 o al nihilismo sintético de las raves), pocas figuras encarnaron tan bien el ideal de rebeldía como el Che. ¿Qué lo hizo tan irresistible para el paladar rockero? ¿Su programa revolucionario? ¿Su muerte joven y trágica? ¿Su pinta? Seguramente un poco de todo eso, aunque la clave tal vez esté en su indiscutible coherencia ético-ideológica.
En un movimiento contracultural que terminó haciendo de la permanencia (Rolling Stones, AC/DC, Pappo, La Renga “el Che es un chabón grosso”) un valor central, ¿qué rasgo más guevarista puede haber que el de no venderse nunca y morirse con la suya (o incluso su contracara conservadora: no cambiar nunca)? La prueba está en que, más allá de que se conozca a fondo (o no) su ideario, al fan ocasional le basta con estar al tanto de la fidelidad que demostró el Che hacia su causa para llevarlo en una remera y admirarlo. El resto, como siempre, es rock.
2 comentarios:
Sobre este tema, tan "desmitificador" o paradójico, según se le quiera ver, te transcribo una nota que el jazzista Paquito D`Rivera le escribió a Carlos Santana (publicada en la revista mexicana Replicante):
Hola Santana:
"Me enteré por nuestro amigo Raúl Artiles que pronto te presentarás en Miami, cosa que me parece poco recomendable, ya que no hace mucho cometiste la enorme torpeza de aparecerte en los Oscar Awards luciendo con orgullo un enorme crucifijo sobre una camiseta con la estereotipada imagen del "Carnicerito de la Cabaña", que es como conocen al Che Guevara los cubanos que tuvieron que sufrir a tan lamentable personaje en esa prisión. Uno de estos cubanos fue mi primo Bebo, preso allí precisamente por ser cristiano.." "El guerrillero de la boina estrellada es algo más que esa ridícula película de la bicicleta, mi famoso colega, y combinar a Cristo con El che es como entrar en una sinagoga con una swástica colgando del cuello, y es además una bofetada en el rostro de los jóvenes cubanos de los años sesenta, que tenían que esconderse para escuchar tus discos de "música imperialista", según definían al rock and roll en la jerga del mismísimo atorrante argentino y sus secuaces".
Felicidades por el post, interesante.
Saludos desde México.
muchas gracias Patricia por tu comentario, el post sin duda aludia al fenomeno de masas en q se trasformo la figura del che,como dice la cancion, "si la historia no dice lo q pasa/ eso quiere decir q hay otra historia / a verdadera historia / quien quiera oir q oiga/" Litto Nebbia
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